Letras de sevillanas populares, corraleras, rocieras...

Corazón mío

Intérprete: Los Hermanos Reyes



Yo me enamoré, ay corazón mío

Yo me enamoré
Ay corazón mío
Ay corazón mío
Te fuiste mujer
Ay perder el sentío

Te fuiste mujer
Ay perder el sentío
Ay perder el sentío
Yo me enamoré
De tu cuerpo frío

Vete ya
No quiero verte vete ya
No quiero verte vete ya
Me hacen daño tus ojos
Y no te puedo mirar


Y recordaré, aquel día en el río

Y recordaré
Aquel día en el río
Aquel día en el río
Sin poder olvidar
Tus labios en los míos

Sin poder olvidar
Tus labios en los míos
Tus labios en los míos
Qué momento aquel
Aquel día en el río

Vete ya
No quiero verte vete ya
No quiero verte vete ya
Me hacen daño tus ojos
Y no te puedo mirar


Yo te conocí, yendo pal Rocío

Yo te conocí
Yendo pal Rocío
Yendo pal Rocío
Y vuelvo sin ti
Triste y dolorío

Y vuelvo sin ti
Triste y dolorío
Triste y dolorío
Me quedé sin ti
Pa martirio mío

Vete ya
No quiero verte vete ya
No quiero verte vete ya
Me hacen daño tus ojos
Y no te puedo mirar


Y al fin me enteré, que tenías marío

Y al fin me enteré
Que tenías marío
Que tenías marío
Y sin corazón
De mi te has reío

Y sin corazón
De mi te has reío
De mi te has reío
Tienes que pagar
Lo que yo he sufrío

Vete ya
No quiero verte vete ya
No quiero verte vete ya
Me hacen daño tus ojos
Y no te puedo mirar

1 Comment:

Anónimo dijo...

Se puede conversar con los amigos ausentes, y por cierto todas las veces que uno quiera y todo el tiempo que uno quiera. Disfrutamos más de este placer, que es el más grande, cuando estamos separados: pues la presencia nos hace melindrosos, y por el hecho de alguna vez hablar juntos, pasear, sentarnos, cuando viene la separación, no pensamos nada en aquellos a los que acabamos de ver. Precisamente debemos sobrellevar con entereza la ausencia, porque nadie deja de estar ausente muchas veces incluso de los presentes. Pon aquí en primer lugar las noches separadas, luego las diversas ocupaciones de cada uno, luego las aficiones secretas, los paseos por los alrededores de la ciudad; verás que no es mucho lo que nos arrebata el alejamiento.
El amigo se ha de tener en el alma: éste no está jamás ausente; ve cada día a quien quiere. (Epístolas, 55, 10-11). Lucio Anneo Séneca